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Roberto Fernández / Periodista

Polo de granos ancestrales logra aumentar en 77% superficie de quínoa en Chile en tres años

Actualizado: 19 abr 2021

Iniciativa ejecutada por Orafti Chile, co-ejecutada por la Universidad de Concepción y apoyada por FIA, generó ingredientes y aditivos para la industria alimentaria a partir de encadenamientos productivos del cultivo de quínoa y de alforfón.






En seminario de cierre, investigadores de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción mostraron avances en el manejo agronómico y la industrialización.



Luego de tres años y medio de trabajo intenso y colaborativo entre el sector privado, la academia y el sector público y con positivos resultados a la vista, se dio por finalizado el proyecto “Polo territorial de desarrollo de ingredientes funcionales y aditivos especializados, a partir de granos ancestrales, para la industria alimentaria mundial”, ejecutado por la empresa Orafti Chile, en la que participó como coejecutora la Universidad de Concepción.

En el seminario de cierre del proyecto, el gerente del Polo e ingeniero de desarrollo de Orafti Chile, Carlos Avilés, informó que “los indicadores están todos cumplidos, siendo uno de las más importantes, la incorporación de superficie dedicada a los cultivos de quínoa”, en que se logró subir de las 700 hectáreas que había en Chile, a 1.240 hectáreas, que era lo comprometido; y se incorporaron más de 700 toneladas en el mercado nacional, desde pequeños y medianos agricultores hasta la agricultura industrial extensiva, desde O’Higgins hasta Biobío.

En esa línea, el profesional apuntó a la quínoa como “una especie que nos ha mostrado buenos resultados en los paquetes tecnológicos”, pero por otro lado, indicó que con el alforfón “en dos temporadas de análisis, no pudimos llegar a un rendimiento óptimo para la industria de grano como tal; ahora, si lo pensamos para (la extracción de) D-fagobina, que fue lo que se logró desarrollar, puede ser atractivo, pero eso es parte de los procesos que tenemos que seguir trabajando, porque esta industria no se cierra con el proyecto”.

Avilés también destacó entre los resultados que “se desarrollaron los aditivos, el fraccionamiento de los granos para poder tener harinas con usos especializados y las fracciones y sus combinaciones, generamos actividades de transferencia tecnológica a los agricultores, procesamiento y servicios en la planta piloto, visitas de estudiantes universitarios para levantar tesis -ya hay cuatro tesis publicadas en la UdeC-, tenemos más de 12 empresas vinculadas y convenios de trabajo vigentes tanto nacionales como internacionales”, y reveló que “estamos analizando las propiedades de los almidones con ciertas características específicas, lo que puede abrir mercados interesantes”.

Resumió que “con estos tres años, se sentaron las bases de un desarrollo futuro. Nosotros vamos a seguir trabajando; a modo de ejemplo, tenemos un proyecto -apoyado por Corfo- que se apalancó al alero del Polo, en conjunto con la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) de la UdeC, en Coronel, y la empresa de jabones Maritano, para generar ciertos productos a partir de la cascarilla de la quínoa”.

Una nueva industria

El proyecto tenía como objetivo la consolidación de una nueva industria de ingredientes funcionales y aditivos especializados a partir de la introducción del cultivo de la quínoa, el alforfón (trigo sarraceno) y otros granos andinos entre las regiones Metropolitana y de Los Lagos, y también consideró el desarrollo de harinas estandarizadas para la elaboración de una gran variedad de alimentos funcionales, como pastas, pan sin gluten, galletas, crispis y concentrados.

Financiado por el Fondo de Desarrollo Estratégico (FIE) del Ministerio de Economía a través de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), es uno de los cinco polos adjudicados a nivel nacional en 2017, en el marco del concurso Polos territoriales de desarrollo estratégico, y a partir de este polo se creó una red de trabajo conformada por distintos actores del mundo del agro y la industria para generar encadenamientos productivos, que están sentando las bases para el desarrollo de una nueva industria alimentaria.

El Polo de granos ancestrales fue liderado por Orafti Chile y contó con la participación de otras 11 instituciones: U. de Concepción, INIA, ChileAlimentos, Municipalidad de Paredones, Socabio, Asociación de Agricultores de Ñuble, Cooperativa Rayen Dawe, Sociedad Alforfón Valdivia, Promauka, Dilici y Frutarom Chile S.A. Por parte de la UdeC participaron investigadores de las facultades de Ingeniería Agrícola, Agronomía, Farmacia, Ciencias Jurídicas y Ciencias Sociales.

Aporte al agro

El académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la UdeC, Juan Cañumir, quien ofició como consejero estratégico y coordinador del Polo en la Universidad, recordó que la iniciativa nació a partir de una invitación de Orafti Chile a FIAUdeC, en el marco de la convocatoria de FIA, y relevó su aporte a la agricultura nacional.

“El proyecto ha puesto a los granos ancestrales, como la quínoa, como una alternativa con muy buenas perspectivas de desarrollo, tanto para la pequeña agricultura, como para los medianos y grandes agricultores”, manifestó.

El Dr. Cañumir reconoció que “indudablemente, queda mucho por recorrer, estamos comenzando, pero lo avanzado en este proyecto nos ha permitido, como Universidad de Concepción, abrir una línea de investigación en el procesamiento de estos granos, agregando valor, y fortaleciendo otras, como la del cultivo orgánico de este tipo de granos”.

Entre los resultados, el investigador del Departamento de Agroindustrias subrayó que “queda una planta piloto, con una capacidad de proceso de 300 kilos/hora, la cual está ubicada en nuestra Facultad de Ingeniería Agrícola, en el campus Chillán, bajo convenio con Orafti Chile, que servirá de apoyo real a los emprendedores, para que con productos obtenidos en la planta piloto de granos ancestrales, utilizando sus materias primas, puedan prospectar mercados, lo que les dará mayor certeza de cómo seguir en el negocio disminuyendo el riesgo y los intermediarios, y de esa forma, mejorando la rentabilidad de sus emprendimientos”.

Gran potencial

En tanto, Ignacio Delfino, jefe de la unidad de Programas y proyectos de FIA, destacó que “la tendencia mundial es que se demandan alimentos más saludables e ingredientes y aditivos que benefician el bienestar de las personas, y nosotros como país tenemos una enorme potencialidad en base a una riqueza y calidad de materias primas de origen agrario como los que se han trabajado en este polo”.

Delfino hizo hincapié en que se logró la articulación de distintos actores de la cadena, agregando valor y diversificando la matriz productiva.

Detalló que “se trabajaron tres ejes: fomentar el encadenamiento entre agricultores y asociaciones, organizaciones productivas, entidades tecnológicas, empresas transformadoras y comercializadoras, de manera de dar una sustentabilidad a este tipo de actividades; generar un portafolio que podamos insertar en el mercado; y lograr un impacto territorial a través de la instalación y dejar las capacidades instaladas en la zona”.

Por su parte, el director del proyecto y gerente agronómico de Orafti Chile, Peter Guhl, comentó que “es un orgullo ejecutar un proyecto que desarrolla nuevos cultivos, que nos dan una nueva base para desarrollar más ingredientes funcionales para el futuro y aditivos; y aquí estamos un poco al debe, trabajando fuerte, y tenemos algunos proyectos andando que espero que concluyan este año, que no son parte del polo, sino que se generaron a partir del polo”.

El profesional aseveró que esta iniciativa dejó grandes desafíos: “tenemos que validar los paquetes tecnológicos que desarrollamos en la parte agronómica, creemos que hay un potencial de mejora en la estructura de costos; en cuanto a los subproductos industriales del grano, creemos que hay un gran potencial para el desarrollo de nuevos ingredientes funcionales, como la saponina, por ejemplo; y finalmente, la experiencia que nos dieron los últimos dos años donde procesamos industrialmente 300 toneladas por año de quínoa, nos dice que llegar al mercado con ese volumen requiere un mayor desarrollo tecnológico para ser realmente una industria eficiente”.

Asimismo, el Dr. Fernando Ortega, jefe del área de Producción vegetal de INIA e integrante del consejo estratégico del Polo, resaltó la articulación público-privada que se logró con el proyecto. “Es una muy buena iniciativa, que ha permitido poner los intereses de distintas partes para lograr llegar al mercado. Es un camino que no ha estado exento de dificultades, siempre nos cuesta en Chile lograr una buena articulación público-privada, pero creo que hemos salido adelante”, reflexionó.

El Dr. Ortega también resaltó la importancia de la iniciativa “que da cuenta de dar valor a granos ancestrales; a nivel mundial hay cerca de 300 mil especies vegetales, sin embargo, solo 12 especies son parte de nuestra mesa, entonces, dar valor a la quínoa, al alforfón y a otras especies que eventualmente pudieran ser parte importante de nuestra alimentación, y muy especialmente la quínoa, que es un superalimento, es relevante”.

En el seminario de cierre también intervino Graciela Urrutia, gerente de Transforma Alimentos. Para dar a conocer los resultados en cuanto al manejo agronómico expusieron los investigadores Dra. Susana Fisher y el Dr. Alberto Pedreros, de la UdeC; la Dra. Dalma Castillo, del INIA; y Alberto Cañete, jefe de I+D y Producción Agrícola de Orafti Chile. Mientras que en la línea de industrialización y aditivos hicieron sus presentaciones los académicos UdeC Dra. Leslie Vidal y César Espinoza. Finalmente, el director ejecutivo de CreaPro Consultores, Juan Pablo Belmar, abordó los estudios de mercado y la vigilancia tecnológica.

Las presentaciones del seminario de cierre y otras publicaciones, tales como el manual técnico y el manual de buenas prácticas agrícolas para el cultivo de la quínoa, estarán disponibles a partir del 14 de abril en www.quinoachilena.cl



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